lunes, 22 de abril de 2013

Los Juegos de Finnick, Capítulo 12

No me quedo a esperar a que Kelly salga de la sala. Me subo al ascensor que tiene ya las puertas abiertas, como si hubiera estado esperándome, y pulso el botón con un número cuatro pintado de negro y con una caligrafía fina y delicada. Nunca he estado tan satisfecho conmigo mismo, lo había conseguido, los he dejado con algo que no olvidarán tan fácilmente, un Tributo con ganas de llegar a la Arena y hacer unos Juegos intensos y magníficos, algo que seguro entretendrá a la gente, los mantendrá mirando constantemente las pantallas de sus televisores. Eso es lo que los Vigilantes desean, unos Juegos perfectos.

El ascensor no tarda ni un minuto en llegar a la planta de mi Distrito. Cuando las puertas se abren, veo a Maximian dando órdenes a un par de Avox que se mueven de arriba abajo con rapidez, portando diferentes cosas que cogen de distintos sitios para colocarlos en otra estancia. El ruido del elevador alerta a Maximian, quien deja lo que estaba haciendo para mirar a la persona que acababa de llegar.

-¡Finnick!- Se acerca andando, sonriendo y con los brazos abiertos. Me doy cuenta de que los Avox también lo están mirando, aliviados tras saber que Maximian va a dejar de atosigarlos durante un momento. -¿Cómo te ha ido? ¿Lo has dado todo?-

-Absolutamente todo. Ha ido inmejorable- No escondo mi felicidad.

-¡Así se habla! ¿Dónde está Kelly?-Pregunta, mirando por detrás de mí.

-No tardará en llegar-

No lo hizo. Kelly apareció allí en cuanto me senté en la silla de mimbre del comedor. Ella también fue víctima de las preguntas que Maximian me había hecho, pero las contestó mucho más seria. Llegó sin ningún entusiasmo, como si no le hubieran dejado enseñar todo lo que quería. No sabía realmente si eso es lo que había ocurrido, porque Kelly era así, casi nunca mostraba felicidad.

La cena llegó pronto, al igual que mi apetito. Era la primera vez que estaba tan hambriento desde que llegué al Capitolio. Esta noche, nuestros estilistas estaban también presentes y, por primera vez, vi a Maximian y a mi estilista hablar educadamente, sin protestar uno con el otro ni entrar en un enfado por algo sin importancia. Acabé rápidamente con dos platos de estofado con patatas hervidas, un plato realmente delicioso, y continué con una pequeña ración de arroz con especias.

La noche era agradable, de esas de las que estoy seguro que a Maximian le encantan. Todo el mundo tenía un tema del que hablar, incluso Mags y yo participábamos cuando me preguntaban sobre cómo había sido mi ejercicio para los Vigilantes. Les conté todo lo que hice, la práctica con el puñal y la espada, la velocidad con la que hice los nudos y cuando lancé la lanza en una de las dianas.

-Cuando me comentó que iba a utilizar una lanza, me gustó enseguida. Me pareció una excelente idea– Opinaba Mags.

-¿Porqué te entusiasman tanto las lanzas?- Preguntó Maximian. Sabía que a él no le hacía mucha gracia recordar lo que había hecho hace unos días con ella.

-No es que me entusiasme, es que es lo que estoy acostumbrado a usar en mi Distrito. Estoy cómodo utilizándolas-

-Y eso es lo que importa- Concluye Mags.

Después de la cena, dejamos que los Avox recogieran de nuevo nuestros platos y vasos y nos trasladamos todos al salón. Esa misma noche, los Vigilantes daban los resultados de nuestra sesión privada y Caesar era el encargado de transmitirlo a los habitantes del Capitolio y de Panem. Las puntuaciones iban del 1 al 12, si sacabas buena nota podría ser algo decisivo y, si era del revés, tus oportunidades de ganar se reducían considerablemente. Como había sucedido en la tarde, los primeros en salir eran los del Distrito 1.

Desde que tengo memoria, Caesar siempre se ha presentado igual. Era el anfitrión de Los Juegos del Hambre durante, al menos, cuarenta años. Siempre viste con un traje azul medianoche, engalanado con pequeñas tachuelas brillantes que emiten centelleos debido a la luz de los focos que se alzan sobre él.. Siendo un habitante del Capitolio, se ha sometido también a alguna que otra operación para ocultar su verdadera edad y coloreaba muy a menudo su cabello y sus párpados. Es una de las pocas personas que parecen gentiles y preocupadas por nosotros.

-Buenas noches, habitantes de este querido Panem. Un año más, me encuentro aquí para daros los resultados que nuestros tributos de este año han conseguido en la sesión privada que han tenido hace unas horas con los Vigilantes de los Juegos. –No paraba de sonreír mientras iba hablando. –Como siempre, empezaré a decir las puntuaciones de los tributos del Distrito 1 y terminaré con los del 12. Veréis la imagen de cada uno de ellos y, a continuación un número, sus resultados. ¡Empecemos pues!- Caesar coge de su mesa unos finos cartones  y empieza así el programa especial.

Enseguida veo el rostro del chico al que puse una lanza en su cuello. Aunque se trate de una fotografía, su mirada sigue imponiendo, notándose con ella que no tiene ninguna restricción para matar.

-Haw obtiene una puntuación de 10 puntos-

Haw. Así es como se llama el Tributo más sanguinario que podía tener estos Juegos del Hambre y con el que más cuidado debía de tener. Su puntuación, incluso, me parece algo corta, sabiendo que utiliza multitud de armas y que la sala de entrenamiento es su segunda casa.

Le sigue su compañera, cuyo nombre es Bethany. No parece tan brutal, pero es amenazante. Su puntuación es también un 10; Dante e Ivy, los tributos del Distrito 2 que han formado alianza con los del 1 y con Kelly, sacan un 9; el chico del Distrito 3 obtiene un 7, que sigue siendo una buena puntuación. Con eso pueden tener posibilidades. Su compañera saca un 6.

Mi cara aparece después. Todos nos inclinamos hacia delante, expectantes. En la fotografía no estoy sonriendo mucho, tengo un aspecto relajado. Mi pelo es más brillante de lo normal, llegando a centellear, y mis ojos se ven grandes.

-Finnick obtiene una puntuación de 10 puntos-

Diez. Una puntuación más que buena. Eso le dice a nuestra nación que soy comparable un gran tributo profesional. En el salón sonaban aplausos que empezaron en cuanto Caesar dijo mi resultado. Las dos estilistas se abrazaron contentas y después empezaron a hablar a la vez sobre ello. Mags me dio una palmadita en el brazo a modo de enhorabuena con una sonrisa orgullosa.

-Buen trabajo Finnick- Maximian también estaba ilusionado.

-Gracias-

La emoción se contuvo cuando Kelly apareció en la televisión. Ella sonreía maliciosamente y se veía más menuda de lo que es en realidad, quitándole un poco de poder.

-Kelly obtiene 9 puntos-

-¿Nueve puntos?- Kelly se levanta frustrada. –Yo merecía más puntuación, no un simple nueve-

-Kelly, esa puntuación está muy bien- Maximian intenta tranquilizarla pero no sirve de nada.

-No Maximian, no está bien. Tenía que haber sacado más que Odair y no ha sido así. ¿Para qué he estado toda mi vida sufriendo, recibiendo golpes y llorando cuando me gritaban? ¿Para que alguien como él, que ha cogido una sola maldita arma en toda su vida, saque más que yo?-

-¿Significa eso que quién no se haya pasado la vida entrenando ya no tiene el derecho de ganar unos Juegos? Es cierto que yo no soy como tú, pero también me he hecho daño, he estado trabajando duramente muchos años con mi padre, un trabajo que requiere muchísimo esfuerzo. Muchas veces lo hemos pasado mal, sobre todo cuando había mal tiempo y los barcos no podían zarpar porque serían tragados por el agua. No me parece nada justo que siempre seáis vosotros los que os llevéis todas las victorias y no deis oportunidades a quienes quieren segur con la vida que siempre han tenido. Te guste o no nos semejamos a vosotros más de lo que pensáis- Me había levantado para plantarle cara.

La respiración de Kelly estaba aligerada, pero no me contestó porque sabía, aunque fuera en lo más profundo, que tenía algo de razón. Todos los que estamos aquí tenemos las mismas oportunidades, que manejes más armas no significa que seas más fuerte, lo único que te da es una posibilidad más alta de vencer. Porque los Juegos no es solamente la violencia, es también el intelecto, el que te saca de algún apuro cuando lo necesitas porque piensas en las posibles soluciones. Y los Profesionales no sobresalen en eso.

Los Tributos que nos siguieron se sucedían entre cincos y seises. El tributo del Distrito 8, un chico llamado Drew, fue el primero en sacar una puntuación baja, solo un cuatro. Después vinieron más cincos, llegando hasta el turno del Distrito 10. Necesitaba saber la puntuación de Lesa, si conseguía algo discreto no la molestarían mucho. Su compañero tenía un tímido seis.

-Lesa ha conseguido un 7-

Me alegré por ella y pensé qué es lo que había podido mostrarles, quizás algo que haya aprendido conmigo durante el entrenamiento. Un siete podría conseguirle muchas cosas y abrir unas cuantas puertas. Será una buena aliada.

-Esa chica, ¿es tu amiga?- Kelly había hablado después de su último enfado. Extrañamente, hablaba ahora calmada, como nunca lo había hecho antes.

-No- No quería decirle la verdad, podría empezar a sospechar de algo.

-No parecía eso cuando te deseó suerte. Vi como iba contigo por los puestos-

-Le dije que no me siguiera, que no quería nada con ella. Pero no me hizo caso-

-Hmm-

Cuando Caesar dijo las puntuaciones de los últimos tributos, los del Distrito 12, apagamos la televisión. Según lo que hemos visto, se cumple lo que todo el mundo pensaba. Los que realmente van a ser los jugadores de los Juegos del Hambre son los Profesionales, entre lo que seguramente ya me han incluido y pocos más. Eso aseguraba un primer día en la Arena lleno de sangre derramada.

-Mañana será un largo día. Tenemos que prepararos para presentaros de nuevo al Capitolio. Dormid bien ¿de acuerdo?- nos pedía Maximian.

Lo primero que hice al llegar a mi habitación es tumbarme en la cama. Pensé en lo frustrada que se había sentido Kelly cuando descubrió que su puntuación era más baja que la mía. Miré hasta lo que se podía ver del Capitolio, que se encontraba bajo un manto oscuro con diminutas luces. Volvieron imágenes inventadas en mi cabeza de mi familia. Quería pensar que esta noche era la primera, después de que fuese elegido para esta edición de los Juegos, en la que mi madre volvía a cocinar, con la esperanza de volver a verme renovada. Me imaginé a nuestros vecinos en casa, celebrando con mi padre la puntuación que me habían dado, reclamando mi regreso.

Annie estaría ahora más confiada. Me encantaría hacerle llegar un mensaje dónde le diría que no se preocupase más, porque iba a ganar por todos ellos. Me tendría de vuelta antes de lo esperase y volveríamos a salpicarnos agua, para luego reír y correr por la costa, sintiendo la arena bajo nuestros pies, hasta que el sol se ponga.

Así es como me duermo y sueño toda la noche estar flotando sobre el agua del mar, escuchando las gaviotas a lo lejos y recogiendo conchas en la orilla, para escuchar su único y maravilloso sonido.

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