jueves, 25 de abril de 2013

Los Juegos de Finnick, Capítulo 16

No sé cuánto tiempo pasa hasta que el primer tributo sale disparado de su círculo metálico hacia la Cornucopia. La chica que estaba cerca del tributo que ha muerto sigue tirada en el suelo, llorando y con las manos manchadas de rojo en ambas orejas. Dejo de mirar aquella escena sangrienta, propia de las que les gusta a los habitantes del Capitolio y a los Vigilantes. Los Juegos no podían haber empezado mejor, han tenido su estreno triunfal. Estoy acostumbrado a ver como la gente se mata mutuamente, incluso ha habido años en los que las muertes han sido bastante terribles, pero se me revuelve el estómago solo con pensar que para ellos es una diversión ver a una persona destrozada. Estar tan cerca de todo esto te lo hace ver de manera muy diferente.

Me obligo a apartar todo eso y soy el siguiente en correr hacia la Cornucopia. En cuanto me alejo un poco del anillo metálico, los demás tributos empiezan a reaccionar y a moverse. Unos pocos huyen de esta zona, intentando salir del hoyo que es este terreno, tan rápido como les es posible; otros son más valientes e intentan conseguir algunos objetos de los que hay esparcidos para que les pueda servir de ayuda más adelante.

El sol está más furioso que nunca, enviando sofocantes y cegadores rayos hacia todas partes. Nunca he sentido esta presión por todo el cuerpo, algo que te hace mover más costosamente y más lentamente, ni siquiera en los días de verano donde el sol en el Distrito 4 estaba más próximo a nosotros. Esto era algo distinto y antinatural y soy consciente de que se trata de algún truco de la mano de los Vigilantes. Pronto empiezo a tener los labios secos y me cuesta tragar mi propia saliva. El aire parece agujas afiladas cortándote todo el cuerpo a medida que avanzas y el traje de batalla no tarda en empaparse de sudor. Doy gracias de que el tejido te refresque un poco.

Las personas que van por detrás de mí empiezan a respirar ruidosamente, intentando aspirar todo lo que pueden. Pero el aire es dificultoso hasta para eso. Haw, el primer tributo en salir de ahí, llega al interior de la Cornucopia teniéndose que apoyar en su superficie para tranquilizarse y tomar algo del aire fresco que viaja por la sombra. Pronto empieza a coleccionar armas -cuchillos, espadas, arcos y flechas- y se hace con mochilas repletas de medicamentos y alimentos.

Cuando estoy cerca de su posición y de la Cornucopia, me dirijo hacia uno de los lados, justo a tiempo para escapar, por el momento, de la visión de Haw cuando éste se gira y vuelve a recorrer el camino ya hecho, solo que ahora está equipado y dispuesto para quitar vidas.

No falta mucho para que los demás tributos profesionales puedan acceder también a todo este botín que ha sido meticulosamente colocado para nosotros, por lo que no me lo pienso más y agarro un par de lanzas y una mochila donde engancho las dagas y las navajas. Rebusco unos segundos más, pero todo lo que hay son objetos grandes y pesados, algo que me supondría un esfuerzo doble en esta Arena.

Me alejo de la Cornucopia y avanzo ahora hacia los brazos rocosos para escalarlos. En ese momento, un nuevo cañón suena en el cielo despejado. Un tributo más ha muerto. Pruebo rápidamente las suelas de los zapatos sabiendo que los tributos que tenía detrás de mí ya han llegado para coger cosas. Los pinchos de las suelas se clavan fácilmente en la dura superficie, así que sujeto con fuerza las lanzas colocadas sobre uno de mis brazos, me coloco bien la mochila en la espalda y empiezo a ascender. 

Otros dos cañones hacen acto de presencia y la primera imagen que se me viene a la cabeza es a Haw degollando el cuello de varias personas, aún con mucha vida por delante, con una risa de placer y satisfacción. Es en ese momento cuando me acuerdo de mi futura aliada, Lesa, y me aterra un poco la idea de que ella sea uno de esos tributos que ya han fallecido. He estado tan concentrado pensando en aquello con lo que tenía que hacerme, que ni siquiera he mirado si estaba a salvo o si necesitaba mi ayuda. Otro cañón más suena y eso me hace parar y mirar hacia el baño de sangre.

Diversas personas se mueven deprisa hacia la subida del terreno donde varias personas están ya enganchadas intentando escapar de las fauces de la muerte. Otras están tan inmóviles en el suelo, que sería imposibles despertarlas de su oscuro letargo. Están muertos. No consigo reconocer a Lesa entre ellos, pero tampoco lo hago con los que están huyendo. ¿Es posible que ya haya llegado arriba y ahora esté corriendo para esconderse? ¿Y si yace sin vida pero no consigo verla? Sea lo que sea, no puedo descender y buscarla por un lugar donde el peligro te acecha por todas partes. Tengo que seguir mi camino pensando en que Lesa está bien por el momento.

Más cañones suenan y cada vez quedan menos tributos. He dejado de contarlos porque sé que son los suficientes como para mantener a los espectadores delante de los televisores sin pestañear para no perderse ningún detalle, un sonido que aplauden cada vez que lo escuchan porque es lo que han estado esperando todo el año.

En el baño de sangre siempre muere la mayoría de nosotros ya que deseamos hacernos con las armas más valiosas. Además, Los Vigilantes siempre coloca lo más codiciado cerca de la Cornucopia, por lo que la batalla, al igual que el disfrute y el entretenimiento, está asegurada.

 -¡Odair!-

Estoy a solo unos metros de salir de aquel agujero cuando una voz que reconozco en seguida por haber pasado todos mis días aquí cerca de ella, grita mi nombre. De repente, un dolor punzante en el muslo me hace gruñir y noto como un líquido me baja por la pierna. Sangre. Me giro y me percato de que Kelly está abajo, mirándome y moviendo entre sus manos algo redondo y puntiagudo, un objeto que mueve airosamente para lanzármelo de nuevo. Sin embargo, consigo moverme con dolor lo suficientemente rápido para que solo me roce la mejilla izquierda.

Recuerdo el momento donde me dijo que ella no acabaría conmigo. ¿Dónde queda ahora esa dignidad con la que quería volver, si ganaba estos Juegos, a nuestra casa porque ella no habría tenido que matarme? Esas palabras formarían parte de un plan donde la principal actividad era hacer que me confiase y me concentrara en otras personas. Lo que más me molesta de esto es que, por culpa de esa idiotez, ahora mismo podría estar muerto. Por culpa de eso, habría dejado para siempre vacíos esos brazos que me esperan. Por suerte, Kelly no es tan buena como lo pensaba con las armas a distancia y solo estoy herido, aunque todavía estoy en un serio peligro.

Más cañones suenan en el día caluroso y veo ahora como un grupo de cuatro personas se dirigen hacia aquí. Todo mi cuerpo se pone en tensión y en alerta cuando veo que los otros tributos profesionales van a por mí y se lo estoy dejando demasiado fácil.

Kelly ha gastado su munición, por lo que aprovecho para sacarme el pequeño instrumento que tengo clavado en el muslo. Intento no gritar pero se me escapa una mueca de dolor cuando lo hago. Algunas gotas de sangre pintan la arena, transformándola en un marrón más oscuro.

-¿Le has herido?- Pregunta Dante, el tributo masculino del Distrito 2 cuando ve mi pernera ensangrentada.

-Déjame esto- Ella se acerca al chico y le extrae un cuchillo amenazador. Me doy cuenta de que Kelly esta realmente agotada pero no duda en subir para alcanzarme con la intención de rematarme.

-¿A dónde vas?- Le responde.

Con un gran esfuerzo, escalo los últimos metros que me quedan utilizando las manos y los pies a la vez. De vez en cuando la pierna herida a cedido y he tenido que arrastrarla hasta que he podido volver a utilizarla. Cuando llego a la cima, me veo obligado a  tumbarme bajo los potentes rayos del sol. Me inclino sobre mis codos y veo una herida limpia pero profunda. En un movimiento rápido, me descuelgo la mochila y la abro buscando algo que pueda detener momentáneamente la hemorragia, pero lo único que hay dentro son trozos de panes, bolsas con cecina, una cantimplora llena de agua y un cuenco de madera. Nada de vendas o ungüentos para heridas y el agua solo serviría para que la sangre fluya más.

Se acabó, todo lo que he conseguido no servirá para nada porque pronto los tributos profesionales me rodearán y empezarán a jugar conmigo hasta la muerte porque tampoco puedo alejarme de aquí lo suficientemente rápido para que no me alcancen. Mags, me tendrás que perdonar porque no podré volver a comer deliciosos azucarillos contigo; Lesa, tu porque no podré cumplir tu petición de mantenerte como eres hasta el final; Papá, mamá, vosotros por no volver a vuestro lado; Annie, no creo que jamás lo hagas por abandonarte y por no sentir de nuevo en mis brazos el consuelo cuando más lo necesitas, pero inténtalo, por mí. Me muerdo el labio y tapo mis ojos con el antebrazo, esperando así el momento en el que empiece a sufrir.

Ese momento, sin embargo, nunca llega. He pasado bastante tiempo pensando en todo lo que había tenido la oportunidad de sentir y vivir en catorce años, lo suficiente como para que los tributos profesionales estén aquí conmigo, pero nunca he llegado a escuchar ningún paso acercándose y tampoco ninguna voz discutiendo sobre las cosas que harían con mi cuerpo. Estoy solo y es en ese momento cuando vuelven conmigo las fuerzas.

No puedo rendirme tan fácilmente y no puedo terminar así. ¿Dónde se ha escondido ese Finnick valiente, fuerte y seguro de sí mismo? No puedo despedirme y abandonarlo todo, tengo mucho que perder y no quiero hacerlo solo por una herida en la pierna que casi no me deja andar. Tengo que seguir y, si tengo que sentir un enorme dolor, lo siento con tal de no defraudar a todos aquellos que confían en mí.

-Este año el Distrito 4 tendrá un ganador- repito las palabras que me dije a mí mismo antes de abandonar mi Distrito, solo que ahora lo hago en voz alta para que lo oigan todos.

Me vuelvo a inclinar pero ahora me siento y me quito lentamente la parte de arriba del traje. La piel de mi espalda y torso arden cuando están al descubierto, pero no me importa. Cojo uno de los cuchillos que todavía siguen enganchados en la correa de la mochila y rasgo la camiseta por la mitad. Con uno de los trozos, voy liándome la herida y termino en un nudo fuerte. La otra mitad la utilizo para cubrirme un poco la cabeza. Llego hasta una de las lanzas y la utilizo como apoyo para levantarme. Un pinchazo me recorre todo el muslo pero no me dejo caer al suelo.

Miro a mi alrededor y siento un alivio cuando me doy cuenta de que no toda la Arena es un terreno calcáreo. Un anillo verde, que se expande hasta donde no puedo ver, lo abraza y allí dentro veo nuevas oportunidades. Empiezo a andar con la ayuda de la lanza hacia el bosque de árboles con follaje abundante donde me resguardarían un poco del sol.

Es casi de noche cuando toco el primer árbol. Hace horas que la última gota de agua ha pasado por mi garganta y tengo los labios agrietados. Tenía la esperanza de que refrescara un poco al caer la noche, pero sigue haciendo casi la misma temperatura que ha habido durante todo el día. Camino un par de kilómetros más y me asiento en un cuadrado rodeado por altos árboles y lleno de plantas cerca de ellos, de las cuales solo reconozco algunas comestibles gracias al puesto que había en la sala de entrenamiento. Dejo la mochila apoyada en la corteza de uno de ellos y dejo caer la lanza. Desato los cuchillos y las navajas y corto con una de ellas el vendaje provisional que me he creado. Por suerte, la herida ha dejado de sangrar, pero sigue estando bastante fea. Si no consigo algo rápidamente podría coger alguna infección y, contra eso, no podría luchar.

No quiero moverme, así que cojo de la mochila una bolsa de cecina y empiezo a comérmelas una por una. He tenido una buena idea en hartarme de comer esta mañana porque he tenido que gastar demasiada energía en el camino hasta aquí. Enseguida me arrepiento de haberme comido ese alimento porque necesito agua y sé que todavía por esta zona no hay señales de ella. Estoy guardando la bolsa de plástico vacía cuando un sonido muy diferente a los que se han estado escuchando durante la primera ronda trae consigo  un paracaídas de seda de plata. Éste cae justamente a mi lado y observo una pequeña caja con una nota pegada en ella. No tardo en coger ese pequeño regalo y abro la nota.

"Sigue avanzando"

Cuando lo abro, lo primero que siento es gratitud. Un bote de cristal con un líquido blanco y unas bolsas de vendas es el contenido del primer regalo que los patrocinadores me han hecho. Con esto podré seguir mi camino sin tener que soportar un calambre constante en el cuerpo. He conseguido lo más importante, un grupo que estaría dispuesto a matar con tal de darme todo loq ue me haga falta, un grupo que me quiere ver como el ganador de estos Juegos. Me están dando oportunidades para no decaer y para que ellos puedan seguir viendo más de mí.


      Abro el frasco y, en seguida, un olor dulzón invade mis orificios nasales. Meto solo un dedo para impregnarlo de aquella sustancia y me lo voy esparciendo por toda la herida. Al principio noto un escozor, pero luego se me queda dormida esa parte y ya no siento nada. Me aplico una segunda capa para estar totalmente seguro de que lo hago bien y, posteriormente, desenrollo un poco de venda y corto la necesaria para tapar bien la herida.


    Estoy guardando mis nuevos recursos cuando aparece en el cielo estrellado el símbolo de Panem acompañado por el himno. Es la hora de conocer a los tributos que han fallecido en la primera batalla. Como pensaba, tanto los tributos profesionales del Distrito 1 y 2 siguen vivos. El primer número que aparece es el 3, y veo las dos caras de representantes de este año para ese Distrito: el chico que había dicho en la entrevista que sus padres se dedicaban a la programación y la chica que se puso demasiado nerviosa. Cuando veo el siguiente número de Distrito me quedo sin habla y casi sin respiración por apagar el movimiento de mi pecho abruptamente. Me quedo fijo mirando el retrato de la chica con el pelo negro azabache que se alza en la oscuridad.


    Kelly ha muerto.

2 comentarios :

Laura Muñoz dijo...

Te he estado leyendo y me gusta mucho^^ buen capitulo
¡Te sigo!

Sandra BA dijo...

¡Muchas gracias Laura! Eres la primera persona que comenta y no sabía muy bien si le estaba gustando a alguien XDDD

También te sigo :)