Once tributos
muertos en el primer día durante el baño de sangre en la Cornucopia: la imagen
del tributo masculino del distrito seis fue la siguiente en flotar en el aire,
luego le siguieron la representante del distrito 7, la chica del 8, la chica del distrito 9, el tributo masculino
del distrito 10, el chico que se sentaba junto a Lesa en la hora de la comida
durante los entrenamientos y solo miraba a sus rivales en la Arena y, por
último, tres tributos de los dos distritos más pobres, la representante del 11 y el distrito 12. Once tributos arrancados
brutalmente de las manos de sus seres queridos que ahora lloran su pérdida.
Entre ellos está mi compañera de Distrito, Kelly.
¿Es por eso por
lo que nunca llegó a mí cuando ya estaba tirado en el suelo esperando la
llegada de los Tributos Profesionales? Me la imagino intentando llegar hasta mí
para terminar rodeada de cuatro brutales asesinos, defendiéndose con el
cuchillo que había conseguido pero sin ningún resultado. Ha acabado muerta. ¿La
han matado por mí, por intentar acabar conmigo? ¿No era ese, al fin y al cabo,
su plan? ¿Matarme? Han acabado con su vida por adelantarse, yo era su plato
final, no el primero. Todo eso, todas esas muertes son a causa del siniestro
juego del Capitolio y, aunque sé que yo no he hecho nada, me siento culpable
por todas esas vidas perdidas.
Dejo que todo
eso sea un poco sustituido por el alivio de pensar en Lesa. No está entre las
primeras muertes y eso es, por ahora, lo más importante. Todavía puedo
encontrarla en cualquier sitio y convertirla en mi aliada hasta que tenga que
cumplir mí promesa. Eso no quiere decir que está fuera de peligro, si alguien
la encuentra antes que yo, podría morir si no es capaz de defenderse.
Desconozco también si está herida, porque los Vigilantes solo muestran los rostros
de los fallecidos. En cuanto salga el sol, iré a buscarla.
Me paso toda la
noche durmiendo a intervalos de treinta minutos, preocupado y en alerta por si
algún tributo se acerca sigilosamente por la oscuridad y me remata. A pesar de
que la luna está en lo alto, la densidad del follaje apenas deja que su
claridad llegue hasta la tierra. Estudio de vez en cuando el terreno donde me
encuentro, encontrando aberturas anchas por las que podrían caber fácilmente
dos tributos a la vez. Llego a la conclusión de que, si sigo aquí parado,
podría ser una presa de fácil acceso por lo que me tengo que ir en cuanto
pueda. Llega un momento de la noche en el que la brisa es más fresca, agradable
y soportable, parecida a la de mí Distrito.
Acabo estando
despierto antes de la salida del sol a causa de la falta de agua. La pierna ya
ha dejado de estar sin sensibilidad y, cuando me miro la herida, me quedo
asombrado con la rapidez y facilidad con la que actúa el medicamento que me han
dado. De ella solo queda ahora una cicatriz rosada que no duele ni nada. Me
levanto cuidadosamente, aún teniendo miedo de que pueda ocurrir algo, pero no
tardo en estar caminando e, incluso, me atrevo a correr de árbol a árbol. Está
como nunca y eso me vuelve a aumentar las posibilidades de ganar estos Juegos.
Antes de partir
para buscar un lugar más seguro y, si tengo suerte, a Lesa, desato dos
cuchillos y una navaja de la mochila. Siempre es mejor tener las armas lo más
cerca posible que puedas de la mano y enganchados en la mochila podrían no
ceder. Me coloco la mochila de nuevo en la espalda, donde en su interior se
encuentra ya la medicina. Camino en la dirección opuesta a la que entré,
utilizando la lanza para apartar ramas y finas lianas de los árboles. A medida
que avanzo, el paisaje es cada vez más estrecho y agobiante. El sol ha salido
más temprano de lo normal y vuelvo estar empapado de sudor y más sediento que
nunca. De repente, un nuevo cañón suena en el cielo pero no detengo mi caminata
para pensar en quién puede ser el nuevo tributo que acaba de dejar este mundo.
Llevo recorrido
un buen trecho teniéndome que parar para descansar más de lo habitual cuando un
nuevo paracaídas aparece flotando con el aire. Éste se engancha entre los
ramales de uno de los árboles, pero no me cuesta sacarlo de allí utilizando la
lanza.
Sin ninguna
nota por parte de mi mentora, me apresuro en abrirlo y allí me encuentro dos
cantimploras del mismo tamaño que mis manos. Son de plata y están decoradas con
un relieve de ondas y remolinos, lo que me hace pensar que es un artilugio
caro. Cojo una con delicadeza y noto su peso. Están llenas y creo saber de qué.
Desenrosco con rapidez y agilidad el tapón y vierto su interior sobre mi boca.
Enseguida noto como el agua fresca recorre y baja por mi garganta, obsequiando
a todo mi cuerpo con un frescor que ya daba por muerto. Mis labios vuelven a
estar húmedos y pronto acabo con la primera cantimplora. Miro la segunda con
dudas pero no me dejo caer en la tentación de abrirla y acabar con algo que es
posible que me tenga que durar durante un par de días más. Acabo por guardar la
cantimplora en lo más fondo de la mochila, donde no la pueda ver a simple vista
y continuo andando.
Ahora que estoy
hidratado tengo más energía, lo que es algo bastante bueno. ¿Quién iba a pensar
que desde un principio tendría a tantos patrocinadores detrás de mí? ¿Quién más
habrá recibido algo? No creo que sea el único tributo, Haw tenía bastantes
seguidores y los profesionales de los primeros distritos tienen todos los años
patrocinadores que gastan su dinero en hacerlos ganar.
No dejo de
estar atento y en alerta por si alguien sale de repente de su escondite y me
atrapa, pero está siendo bastante tranquilo. Eso a la vez me incomoda, porque
sé que a Los Vigilantes no les gusta eso. Ellos desean acción en cualquier
rincón y, si es cierto lo que pienso de que se han fijado bastante en mí, no
permitirán que continúe mucho tiempo sin hacer algo. Además, todos mis
seguidores están esperando a verme luchando o matando a alguien y ellos lo
saben. Los patrocinadores pueden salvarte
la vida pero también te la pueden complicar en unos Juegos.
Llegando casi a
la caída de la tarde es cuando paro bruscamente. Un montón de hojas verdes se
apilan cerca de unas ramitas chamuscadas de las que sale un olor a carne asada.
Sin pensarlo, desenfundo uno de los cuchillos y sostengo la lanza de forma
amenazadora. Alguien ha estado recientemente aquí y podría seguir estándolo. Avanzo
sigilosamente hasta donde ha estado el campamento base y lo miro más de cerca.
El aire a su alrededor está todavía algo cálido, pero parece que hace unas
horas que se ha ido. Como quiero estar bien seguro, busco entre la maleza por
si alguien está escondido. Lesa podría estar aquí.
En uno de esos
momentos de búsqueda doy con algo que ya he visto antes. Un grupo de hojas
verdes y brillantes con forma de un casi círculo nacen de la tierra. De su
centro salen diminutas flores que algunas veces son blancas y, en otras, rosa
pálido. Su nombre es Lechuga de Minero y hay bastantes por mi distrito. Mi
madre las suele comprar recién recolectadas en el mercado para añadirla en las
ensaladas, lo que le da a esta una textura crujiente y jugosa. He oído que
también se pueden cocinar como las espinacas. Es una planta comestible y, si
están por esa zona, solo significa una cosa: cerca hay agua.
Corto algunos
tallos con el cuchillo y las guardo dentro de una de las bolsas transparentes
vacías que tengo. En poco tiempo tengo
las suficientes como para aguantar, al menos, unos tres o cuatro días y si las
voy racionando con los trozos de cecina restantes, podría aguantar más días con
una alimentación decente. Camino zigzagueando por el terreno hasta oír, por
primera vez en bastantes días, una corriente de agua. Cuando salgo de la
arboleda, lo primero que veo es un gran lago de agua cristalina bastante
tranquila. El sol todavía está en el horizonte, aunque el color del cielo está
pasando cada vez a estar más oscuro. Más bosque se alza en el otro extremo del
lago y, a lo lejos, está flanqueado por grandes montañas tan oscuras como el
enorme vacío.
Me acerco hasta
la orilla del agua y saco de la mochila la cantimplora vacía. Sumergiéndola
completamente, la relleno hasta rebosar y es ahora cuando abro la otra y me la
echo por encima de todo el cuerpo. Mi piel se relaja después de horas sufriendo
los agresivos rayos solares. Cuando está vacía, la vuelvo a rellenar. Estoy guardando
las dos cantimploras cuando oigo el crujido de una ramita cerca de mí. De forma
instintiva me doy la vuelta para ver como dos tributos me están mirando.
-Te lo dije.
Ese paracaídas no era para nosotros y ¡bingo! hemos encontrado a un peso
pesado- La chica de ojos oscuros y pelo castaño es la primera en adelantarse.
Yo le respondo alzando la lanza, lo que la hace parar por el momento. El chico
no se ha movido de su sitio, pero es el que tiene las armas de los dos: una
espada y una cuerda.
Recuerdo sus
entrevistas, la primera vez donde supe de su existencia. En los entrenamientos
no han sobresalido apenas, por lo que no les hice mucho caso. Son los
representantes del Distrito 5.
-Al ser del
mismo distrito decidimos crear una alianza. Si somos dos, somos algo más
fuertes contra tributos solitarios, como tú. Y, si quedamos de últimas, este
año el ganador sería del distrito 5- El chico del cinco es ahora el que me
habla, pero no bajo la guardia.
-Nos estábamos
yendo lejos de esta zona cuando vimos el paracaídas. Dimos media vuelta
esperando encontrar al distrito seis u ocho, pero has sido tú, Finnick Odair
del distrito 4 y eso es mejor aún-
Sin bajar la
lanza, contesto.
-¿Porqué os
habéis arriesgado? ¿Qué hubiera pasado si en lugar de a mí, encontráis a los
profesionales, una alianza más numerosa y mortal?-
-Sabemos que
los profesionales no están por esta zona. Después de matar a tu compañera de
distrito con sangre fría, recogieron todas las cosas que podían transportar y
pusieron rumbo hacia el otro extremo. Evitamos en todo momento ir hacia allí
pensando que todos los profesionales, incluido tú, os acomodaríais en una zona
más abierta-
Así que se confirma
que Kelly fue asesinada por los miembros de su alianza. Si ellos lo sabían,
quizás también saben cómo murió y si alguno de los restantes está herido. Pero,
en lugar de preguntar por eso, pregunto por algo más prioritario.
-¿Quieres decir
que los que no sois profesionales estáis en esta zona?-
-Solo vimos a
dos tributos correr hacia aquí: lo que queda del distrito 7 y del 10-
Eso era lo que
buscaba saber. Lesa está en alguna parte de este enorme terreno, fuera del
alcance de su temida muerte. Contando con que solo 4 personas más corrieron me
mi misma dirección, la muerte de esta mañana podría haber sido en la zona de
los profesionales. Estoy casi seguro de que Lesa sigue viva.
-En fin, creo
que se acabó la conversación. Si estuviéramos en otro lugar, créeme que
podríamos llegar a ser grandes amigos. Pero esto es cuestión de vida o muerte.
No te lo tomes a mal, si quiero ganar, los demás deben morir. Tú debes morir-
Dice el chico mientras desenvaina la espada y le pasa a su compañera la cuerda.
Si mis
patrocinadores y Vigilantes se estaban cansando de esperar para ver como
actuaba, ahora tienen una oportunidad para verme. Aquí tienen un doble
espectáculo que nadie querría perderse. Aquí empieza mi primera batalla en la
que vivo o muero y no pienso hacer lo segundo. Ha llegado la hora de matar.
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