viernes, 3 de mayo de 2013

Los Juegos de Finnick, Capítulo 17

Once tributos muertos en el primer día durante el baño de sangre en la Cornucopia: la imagen del tributo masculino del distrito seis fue la siguiente en flotar en el aire, luego le siguieron la representante del distrito 7, la chica del 8,  la chica del distrito 9, el tributo masculino del distrito 10, el chico que se sentaba junto a Lesa en la hora de la comida durante los entrenamientos y solo miraba a sus rivales en la Arena y, por último, tres tributos de los dos distritos más pobres, la representante del 11 y el distrito 12. Once tributos arrancados brutalmente de las manos de sus seres queridos que ahora lloran su pérdida. Entre ellos está mi compañera de Distrito, Kelly.

¿Es por eso por lo que nunca llegó a mí cuando ya estaba tirado en el suelo esperando la llegada de los Tributos Profesionales? Me la imagino intentando llegar hasta mí para terminar rodeada de cuatro brutales asesinos, defendiéndose con el cuchillo que había conseguido pero sin ningún resultado. Ha acabado muerta. ¿La han matado por mí, por intentar acabar conmigo? ¿No era ese, al fin y al cabo, su plan? ¿Matarme? Han acabado con su vida por adelantarse, yo era su plato final, no el primero. Todo eso, todas esas muertes son a causa del siniestro juego del Capitolio y, aunque sé que yo no he hecho nada, me siento culpable por todas esas vidas perdidas.

Dejo que todo eso sea un poco sustituido por el alivio de pensar en Lesa. No está entre las primeras muertes y eso es, por ahora, lo más importante. Todavía puedo encontrarla en cualquier sitio y convertirla en mi aliada hasta que tenga que cumplir mí promesa. Eso no quiere decir que está fuera de peligro, si alguien la encuentra antes que yo, podría morir si no es capaz de defenderse. Desconozco también si está herida, porque los Vigilantes solo muestran los rostros de los fallecidos. En cuanto salga el sol, iré a buscarla.

Me paso toda la noche durmiendo a intervalos de treinta minutos, preocupado y en alerta por si algún tributo se acerca sigilosamente por la oscuridad y me remata. A pesar de que la luna está en lo alto, la densidad del follaje apenas deja que su claridad llegue hasta la tierra. Estudio de vez en cuando el terreno donde me encuentro, encontrando aberturas anchas por las que podrían caber fácilmente dos tributos a la vez. Llego a la conclusión de que, si sigo aquí parado, podría ser una presa de fácil acceso por lo que me tengo que ir en cuanto pueda. Llega un momento de la noche en el que la brisa es más fresca, agradable y soportable, parecida a la de mí Distrito.

Acabo estando despierto antes de la salida del sol a causa de la falta de agua. La pierna ya ha dejado de estar sin sensibilidad y, cuando me miro la herida, me quedo asombrado con la rapidez y facilidad con la que actúa el medicamento que me han dado. De ella solo queda ahora una cicatriz rosada que no duele ni nada. Me levanto cuidadosamente, aún teniendo miedo de que pueda ocurrir algo, pero no tardo en estar caminando e, incluso, me atrevo a correr de árbol a árbol. Está como nunca y eso me vuelve a aumentar las posibilidades de ganar estos Juegos.

Antes de partir para buscar un lugar más seguro y, si tengo suerte, a Lesa, desato dos cuchillos y una navaja de la mochila. Siempre es mejor tener las armas lo más cerca posible que puedas de la mano y enganchados en la mochila podrían no ceder. Me coloco la mochila de nuevo en la espalda, donde en su interior se encuentra ya la medicina. Camino en la dirección opuesta a la que entré, utilizando la lanza para apartar ramas y finas lianas de los árboles. A medida que avanzo, el paisaje es cada vez más estrecho y agobiante. El sol ha salido más temprano de lo normal y vuelvo estar empapado de sudor y más sediento que nunca. De repente, un nuevo cañón suena en el cielo pero no detengo mi caminata para pensar en quién puede ser el nuevo tributo que acaba de dejar este mundo.

Llevo recorrido un buen trecho teniéndome que parar para descansar más de lo habitual cuando un nuevo paracaídas aparece flotando con el aire. Éste se engancha entre los ramales de uno de los árboles, pero no me cuesta sacarlo de allí utilizando la lanza.

Sin ninguna nota por parte de mi mentora, me apresuro en abrirlo y allí me encuentro dos cantimploras del mismo tamaño que mis manos. Son de plata y están decoradas con un relieve de ondas y remolinos, lo que me hace pensar que es un artilugio caro. Cojo una con delicadeza y noto su peso. Están llenas y creo saber de qué. Desenrosco con rapidez y agilidad el tapón y vierto su interior sobre mi boca. Enseguida noto como el agua fresca recorre y baja por mi garganta, obsequiando a todo mi cuerpo con un frescor que ya daba por muerto. Mis labios vuelven a estar húmedos y pronto acabo con la primera cantimplora. Miro la segunda con dudas pero no me dejo caer en la tentación de abrirla y acabar con algo que es posible que me tenga que durar durante un par de días más. Acabo por guardar la cantimplora en lo más fondo de la mochila, donde no la pueda ver a simple vista y continuo andando.

Ahora que estoy hidratado tengo más energía, lo que es algo bastante bueno. ¿Quién iba a pensar que desde un principio tendría a tantos patrocinadores detrás de mí? ¿Quién más habrá recibido algo? No creo que sea el único tributo, Haw tenía bastantes seguidores y los profesionales de los primeros distritos tienen todos los años patrocinadores que gastan su dinero en hacerlos ganar.

No dejo de estar atento y en alerta por si alguien sale de repente de su escondite y me atrapa, pero está siendo bastante tranquilo. Eso a la vez me incomoda, porque sé que a Los Vigilantes no les gusta eso. Ellos desean acción en cualquier rincón y, si es cierto lo que pienso de que se han fijado bastante en mí, no permitirán que continúe mucho tiempo sin hacer algo. Además, todos mis seguidores están esperando a verme luchando o matando a alguien y ellos lo saben. Los patrocinadores pueden salvarte la vida pero también te la pueden complicar en unos Juegos.

Llegando casi a la caída de la tarde es cuando paro bruscamente. Un montón de hojas verdes se apilan cerca de unas ramitas chamuscadas de las que sale un olor a carne asada. Sin pensarlo, desenfundo uno de los cuchillos y sostengo la lanza de forma amenazadora. Alguien ha estado recientemente aquí y podría seguir estándolo. Avanzo sigilosamente hasta donde ha estado el campamento base y lo miro más de cerca. El aire a su alrededor está todavía algo cálido, pero parece que hace unas horas que se ha ido. Como quiero estar bien seguro, busco entre la maleza por si alguien está escondido. Lesa podría estar aquí.

En uno de esos momentos de búsqueda doy con algo que ya he visto antes. Un grupo de hojas verdes y brillantes con forma de un casi círculo nacen de la tierra. De su centro salen diminutas flores que algunas veces son blancas y, en otras, rosa pálido. Su nombre es Lechuga de Minero y hay bastantes por mi distrito. Mi madre las suele comprar recién recolectadas en el mercado para añadirla en las ensaladas, lo que le da a esta una textura crujiente y jugosa. He oído que también se pueden cocinar como las espinacas. Es una planta comestible y, si están por esa zona, solo significa una cosa: cerca hay agua.

Corto algunos tallos con el cuchillo y las guardo dentro de una de las bolsas transparentes vacías que tengo.  En poco tiempo tengo las suficientes como para aguantar, al menos, unos tres o cuatro días y si las voy racionando con los trozos de cecina restantes, podría aguantar más días con una alimentación decente. Camino zigzagueando por el terreno hasta oír, por primera vez en bastantes días, una corriente de agua. Cuando salgo de la arboleda, lo primero que veo es un gran lago de agua cristalina bastante tranquila. El sol todavía está en el horizonte, aunque el color del cielo está pasando cada vez a estar más oscuro. Más bosque se alza en el otro extremo del lago y, a lo lejos, está flanqueado por grandes montañas tan oscuras como el enorme vacío.

Me acerco hasta la orilla del agua y saco de la mochila la cantimplora vacía. Sumergiéndola completamente, la relleno hasta rebosar y es ahora cuando abro la otra y me la echo por encima de todo el cuerpo. Mi piel se relaja después de horas sufriendo los agresivos rayos solares. Cuando está vacía, la vuelvo a rellenar. Estoy guardando las dos cantimploras cuando oigo el crujido de una ramita cerca de mí. De forma instintiva me doy la vuelta para ver como dos tributos me están mirando.

-Te lo dije. Ese paracaídas no era para nosotros y ¡bingo! hemos encontrado a un peso pesado- La chica de ojos oscuros y pelo castaño es la primera en adelantarse. Yo le respondo alzando la lanza, lo que la hace parar por el momento. El chico no se ha movido de su sitio, pero es el que tiene las armas de los dos: una espada y una cuerda.

Recuerdo sus entrevistas, la primera vez donde supe de su existencia. En los entrenamientos no han sobresalido apenas, por lo que no les hice mucho caso. Son los representantes del Distrito 5.

-Al ser del mismo distrito decidimos crear una alianza. Si somos dos, somos algo más fuertes contra tributos solitarios, como tú. Y, si quedamos de últimas, este año el ganador sería del distrito 5- El chico del cinco es ahora el que me habla, pero no bajo la guardia.

-Nos estábamos yendo lejos de esta zona cuando vimos el paracaídas. Dimos media vuelta esperando encontrar al distrito seis u ocho, pero has sido tú, Finnick Odair del distrito 4 y eso es mejor aún-

Sin bajar la lanza, contesto.

-¿Porqué os habéis arriesgado? ¿Qué hubiera pasado si en lugar de a mí, encontráis a los profesionales, una alianza más numerosa y mortal?-

-Sabemos que los profesionales no están por esta zona. Después de matar a tu compañera de distrito con sangre fría, recogieron todas las cosas que podían transportar y pusieron rumbo hacia el otro extremo. Evitamos en todo momento ir hacia allí pensando que todos los profesionales, incluido tú, os acomodaríais en una zona más abierta-

Así que se confirma que Kelly fue asesinada por los miembros de su alianza. Si ellos lo sabían, quizás también saben cómo murió y si alguno de los restantes está herido. Pero, en lugar de preguntar por eso, pregunto por algo más prioritario.

-¿Quieres decir que los que no sois profesionales estáis en esta zona?-

-Solo vimos a dos tributos correr hacia aquí: lo que queda del distrito 7 y del 10-

Eso era lo que buscaba saber. Lesa está en alguna parte de este enorme terreno, fuera del alcance de su temida muerte. Contando con que solo 4 personas más corrieron me mi misma dirección, la muerte de esta mañana podría haber sido en la zona de los profesionales. Estoy casi seguro de que Lesa sigue viva.

-En fin, creo que se acabó la conversación. Si estuviéramos en otro lugar, créeme que podríamos llegar a ser grandes amigos. Pero esto es cuestión de vida o muerte. No te lo tomes a mal, si quiero ganar, los demás deben morir. Tú debes morir- Dice el chico mientras desenvaina la espada y le pasa a su compañera la cuerda.

Si mis patrocinadores y Vigilantes se estaban cansando de esperar para ver como actuaba, ahora tienen una oportunidad para verme. Aquí tienen un doble espectáculo que nadie querría perderse. Aquí empieza mi primera batalla en la que vivo o muero y no pienso hacer lo segundo. Ha llegado la hora de matar.

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